Transpira la luna, encanecida,
Matizada de congoja la noche transita…
Gélidos chubascos de nada, azules,
Acarician vigorosos mis pupilas
Baldosas de bronce y mica tallada
Infinitas veredas, de arterias desbastadas,
la luz que se ahuyenta detrás de las ventanas
sombría mi alma, camina desolada
besa mi frente el fuego de la mañana
y desnudos mis pies, muelen las hojas
que arranca el otoño a las ramas calladas
que solitarias, amarillas, mueren sobre la calzada
y camino y camina mi alma la ciudad indiferente
no se por que, pareciera la muerte estar siempre con migo
nadie me ve y nadie me habla, todo es ajeno a todo
hasta las flores se marchitan si les hablo o si las miro
el viejo paredón que todavía adorna la árida esquina
resguarda los secreto de las noches que he llorado
dolor, angustia, soledad y muerte, que a mi cuerpo desvalido
y a mi alma mutilada, en sus brazos entregaron
y donde termina la calle, el pueblo también termina
ahí buscaran mi cuerpo que descansa en la colina
bajo un sol de bronce intencionalmente apagado
donde el cielo no se ve aun cuando es de día
ahí dejad las flores mi gente amiga
pero si mi alma buscan, aquellos que deben redimirse
buscad en la cuadra donde día tras días
sin que nadie me viera...
yo moría y moría...