Hay silencios tan cobardes
impuestos a los alardes que amordazan al amor
desmaquillando el pudor,
donde solo se anotan tristes ilusiones rotas
para que exista el dolor.
Silencios habitados de los sueños
que enmarrocan la lengua de los enamorados
y transforman lo triste de los leños
en fogata de juegos, en metales dorados.
Hay silencios de miel, donde los dueños
del tiempo, a los versos, los tienen hechizados.
©Maricruz Díaz®