Por Ramón Carela
Te expuse mi alma legible
para que bien la entendieras,
y me arriesgué a lo imposible,
de seguirte a donde fueras.
Por mil caminos de espinas
mis pisadas te siguieron,
con mis pies ya casi en ruinas
por lo mucho que anduvieron.
Por las aguas turbulentas,
de mares desconocidos,
bajo fierosas tormentas,
con aires llenos de aullidos.
Bajo cielos no estrellados
y sin sus luna colgante
con mis dos ojos vendados
quise seguirte anhelante.
De tu amor fui prisionero,
del cual no podia escapar,
navegando en su velero,
a donde él queria zarpar.
En tus ojos veía el sol
y la luz que se radiaba,
encandecía mi farol
y a mi alma iluminaba.
Era cual vivir un sueño,
con fantasias y ternuras,
donde yo era un pequeño,
y tú el hada de aventuras.
Me dejaste en este mundo,
tan sólo y desamparado,
con mi cuerpo moribundo
y mi corazón chalado.