Llegaste cuando en trance creía que vivía,
acunabas la sonrisa entre pedregales corroídos,
trayendo polvoriento beso de una mariposa amarilla...
Con la frente en alto y el yeso de hito en hito...
Mas, tu abrazo tocó mi talle
y sentí el temblor de tus dedos
junto el latir de mi corazón herido.
Luego vinieron los versos que dejamos con descuido
en el cafetín de las servilletas
de corazones en las orillas,
la mirada siempre esquiva, cuando te atrapaba
mirándome, cuando creías que no te veía...
Queriendo ser el timonel
me hablabas de lo importante de la vida
y ella sutilmente, jugó con nuestro destino.
Llegaste con olor a olivo
en la noche cerrada, cuando tenía frío,
no recuerdo la película que vimos,
porque mis ojos se deleitaban con el perfil
de tu rostro, que en la penumbra
ya se veía ennegrecido.
Llegaste, una, dos ...y cuantas más veces
porque el calor se nos hizo conocido
y la noche era fría
y el cuerpo necesitaba de cobijo...
Con el pretexto de un sueño,
de un predicamento en pergamino
y ya tú en mí
ya yo en ti,
no necesitábamos decirlo...
Pero luego la realidad despertó
en una pesadilla,
desdoblando del calendario
en lágrimas y heridas.
Volaste a ese universo dejándome vencida,
ya ni la mueca que creía sonrisa, la tenía,
ya ni el espíritu que me guiaba
volvió a hablarme de la alegría.
Y aunque el infierno tentó mi alma
para maldecir el tiempo que pasé contigo,
sólo pude orar por tu causa,
deseé que lograras ser feliz lejos de mi nido.
Yo no entiendo el ¿Por qué? de este sino,
que cuando erguida me encontraba
resanando mis llagas, ya segura,
que nunca más tu boca con besos callarían los míos...
De nuevo,
el temblor de tu abrazo,
tu mirada en la mía,
ese beso en la frente,
mis manos en tus mejillas,
las lágrimas que resbalaban...
Los pechos... los latidos
que susurraban nostálgicos,
¿Después de ti qué?...
Después de ti...
Sólo tú,
¡Sólo tú!.
28.10.09