Sumida en lo profundo del abismo,
dual parnaso que cobija tu llanto,
se arremolinan gotas de sangre,
en el lugar donde dejaste las rosas.
Porque ahí a quedado tu amor,
enterrado en el recuerdo,
mas de veinte lunas han pasado,
y aun las rosas no mueren marchitas…
Confundida en lo lúdico del dolor,
Adornas distorsiones temporales,
alimentando ciclos empíricos,
de locura heredada…
y tu sigues ahí henchida de dolor visceral,
esperando por lo marchito en esas rosas.
Mientras la indiferencia mundana,
persigue su quimera de sarcasmos.