Así como la caricia de una rosa
que se deshace de amor entre tus manos,
dejando su pétalo suavemente adormecido,
prendido entre las fibras de tu alma.
Como terciopelo que roza la piel de tu mejilla,
a la espera de que nazca la caricia divina
tan anhelada y sutilmente apetecida,
buscando el refugio de tus brazos.
Así como esa rosa que se deshoja,
explorando los jardines de tu boca,
viviendo amor. . . de tu rocío,
ese que dejas caer como gotas
y que me alargan un poco la vida.
Vivo y muero entre tu incertidumbre
al fin y al cabo no hay rosa sin espinas,
prefiero marchitarme entre tu huerto
para dejarte el perfume de mis besos
y no quedar abandonada y herida,
en cualquier esquina de un florero.
Esmeralda
(Derechos Autor)