Así me siento hoy, como un letrero incompleto que hay que arreglar. Es verdad que solo escribo cuando no estoy bien y hoy es un día de esos. Creía que el deporte y el autocuidado era algo que iba a solventar eso. Es cierto, lo solventa, pero no lo arregla. Por dentro estoy limpio y ordenado, por fuera un huracán que nunca sabes donde te va a soltar. Imploro piedad por mi parte, tantas cosas que ordenar no son fáciles. Pero desordenar y redimirse en ello, no es motivo de alarde. Más es verdad, que si quiero que alguien entienda algo, debo de dejarme de estas mierdas de metáforas y de esta cosa que tengo de cifrar lo que siento.
Estoy triste,
aún con líos sin cara y rechazos más que lógicos.
Acabo siempre en el mismo punto, aún sin saber cuál es.
Acabo siempre,
con una resaca mezclada, que no me deja sentir.
Trabajo en ello,
pero a la vez quiero,
es como esa costra que siempre te arrancas y esperas, simplemente, sentir algo.
Ver que sigues sintiendo aunque duela y sangre.
Más sangre que dolor y más dolor que sufrimiento.
Porque no sufro, he ahí el problema. Si sufriese, podría paliarlo, pero entonces no es sufrimiento esto… no se que es, solo se, o más bien espero, que el tiempo lo logre atenuar.
Sangre, como ese tinto que nunca se acaba.
Dolor, como esos porros que nunca desaparecen.
Sufrimiento, todo lo que pude dejar, y no puedo.