SIR ELEDENDO: EL CABALLERO DE LOS VERSOS

[Willian Jimenez T.]

SIR ELEDENDO: EL CABALLERO DE LOS VERSOS

En un reino lejano donde las almenas rozaban el cielo
cabalgaba un noble caballero
su nombre susurrado por el viento
sir eledendo, gallardo y orgulloso
su corazón ardiendo con rimas
desde su castillo, adornado con estandartes de tinta
salió, resplandeciente en armadura poética
su corcel, una metáfora majestuosa
cascos golpeando la tierra
su melena una cascada de sonetos
sus ojos en llamas metafóricas
“¡al torneo de palabras!” exclamó eledendo
y así cabalgó, su pluma desenvainada
atravesando prados de estrofas
donde trovadores rivales esperaban
sus versos afilados como espadas.
el sol descendió, proyectando largas sombras
mientras eledendo se enfrentaba
al enigmático sir enigma
sus versos paraban, embestían, entrelazaban
cada sílaba una hoja, cada rima un escudo
“¡haiku!” gritó eledendo
y sus haikus danzaron
como golondrinas veloces
“villanelle!” bramó
y el aire zumbó con estribillos
“soneto!” resonó en el valle
y los corazones temblaron
pues la pluma de eledendo
era más poderosa que cualquier espada.
sus versos fluían como hidromiel
en un festín medieval
alzando espíritus
desentrañando misterios
y cuando la luna se alzó alta
él permaneció victorioso
su yelmo adornado con metáforas
su capa tejida de símiles
los juglares cantaron sus hazañas
cómo luchó contra el dragón
del bloqueo del escritor
cómo rescató a la musa cautiva
de la torre de los tópicos
y cómo, con un solo cuarteto
sanó un corazón herido
así que, querido lector
alza tus copas en alto
en honor a sir eledendo, el caballero
que empuñaba palabras, su legado
grabado en manuscritos iluminados
su nombre resonando a través de las edades
como un estribillo atemporal
¡que los bardos canten su valor
y que su pluma nunca se agote
en la lucha poética
mientras eledendo blandía su pluma
como espada, el dragón que amenazaba al viento
y al inminente torneo tenía un nombre:
draconis versificus.
este ser alado, con escamas de tinta
y ojos que destilaban metáforas
acechaba los campos de rima.
draconis versificus no buscaba oro ni doncellas
su codicia era la belleza de las palabras
anidaba en las cuevas de los sonetos
donde sus rugidos resonaban
como versos incompletos.
su aliento ardía con sílabas encadenadas
y sus garras rasgaban las estrofas más débiles
eledendo, con su corazón de métrica
y su mente afilada como una aliteración
se enfrentó al dragón.
sus versos chocaban contra las escamas
y cada estrofa era un intento de domar al monstruo
pero draconis versificus no cedía fácilmente
sus alas batían como tercetos rebeldes.
el torneo se acercaba, y la multitud esperaba ansiosa
los trovadores murmuraban profecías
sobre el enfrentamiento épico: “¿quién prevalecerá?
¿la espada de eledendo o la pluma de draconis?”
en la víspera del torneo
eledendo se retiró a su celda de versos
allí, en la penumbra, escribió un poema secreto
una invocación a las musas olvidadas
sus palabras resonaron en el aire
y las estrellas parpadearon en respuesta
el día del torneo llegó. eledendo y draconis
se encontraron en el campo de batalla
rodeados por las rimas expectantes
el dragón alzó sus alas
y eledendo recitó su poema prohibido
las palabras se entrelazaron
creando un escudo de aliteraciones
y un puente de asonancias.
el combate fue feroz.
eledendo esquivaba las llamaradas líricas
mientras draconis tejía acertijos en el aire
pero el caballero no flaqueó
su corazón pulsaba en pentámetros yámbicos
y entonces, con un verso final
eledendo desarmó al dragón:
“¡oh, draconis! tu fuego es hermoso
pero mis versos son eternos
que la tinta fluya como ríos,
y que la poesía nos una en paz.”
el dragón se desvaneció,
sus escamas convertidas en estrofas dispersas
eledendo emergió victorioso
su pluma ahora una reliquia legendaria.
desde entonces, los poetas
recitan su nombre con reverencia
y el viento lleva sus versos
a los confines del mundo.
así concluyó la gesta de sir eledendo
el caballero de la poesía
y su leyenda perdura en los corazones
de aquellos que aman las palabras.
así fue, que el noble trovador
sir william jiménez trujillo,
con su pluma afilada como una espada
se acercó al campeón de rimas
eledendo, como un gran amigo
y compañero de letras.
sus abrazos resonaron
como versos entrelazados
y las aves del cielo
observaron desde lo alto
desde sus nidos
solo vieron a dos amigos de la poesía
y a un dragón que moría
sus escamas desvaneciéndose en el viento
la leyenda de su amistad
perdura en los cantos de los bardos
y el eco de sus versos
sigue danzando en los corazones
de aquellos que aman
la palabra escrita.
+++
Gran caballero, gallardo y altivo
sale de su castillo en pompas
va por el mundo con su espada
en la punta al filo
desenfunda su espada de poesía
irriga estrofas al enemigo
llena de rima el campo enmudecido
su nombre al galope
eledendo el caballero de la poesia
su corcel grita al viento
y los escuderos a su paso
se inclinan en espectral saludo

AUTOR: William Jimenez Trujillo
Santiago de Cali- Año 1480- siglo XII-

[eledendo]

¿ ... Williannnnnnnnnnnnnn... ??? ... ay, poeta y amigo, he leído con detenimiento el poema de "Sir Eledendo ..." y el de "Arturo", y he quedado fascinado ...; y me dirijo así, porque, a bien pensar, no creo que haya otros muchos "eledendos" dando vueltas y revueltas por los foros poéticos del mundo mundial ¿ no es así, estimado ... ??? Veo tus honduras, tus largos filamentos formativos, tus capacidades con que ahondar por las grandes simas del universo, y, asimismo, la soltura con que puedes alzar el vuelo y retornar para dar comienzo a una nueva descripción íntimísima del Alma ...; nada es en vano ni nada se pierde aunque pueda parecerlo en apariencia, amigo, nada ...; Arturo practicaba< el Grial y yo soy amigo del Grial y a él le he cantado, lo mismo que también contemplo a menudo el conjunto del Cielo, tal cual delata el poema que a continuación os dejo; gracias, por todo, Willian, gracias por todo cuando nada se merece, amigo, nada ..., pues poco puede darse con lo que aquí, en esta casa humilde de juglar, dispongo -... abrazo fuerte. a. justel/Orión