
Nacido de la cuna más modesta
su vida transcurrió sin mucho ruido,
el caso es que sin hacer una gesta
la gloria lo tenía ya escogido.
Llamado fue nuestro héroe por la guerra
y en ella no llegó ni a dar un paso,
la cosa fue llegar, pisar la tierra
y ser descuartizado de un bombazo.
Apenas de su cuerpo unos rastrojos,
moverlo no costó mucha camilla,
apenas del tamaño de unos piojos,
su tumba fue una caja de cerilla.
Por cosas del capricho y su destino,
una enfermera en guardia taciturna
en confusión de cajas intervino
y puso "cerillas" en una urna.
La urna viajó a formar parte de un bloque
y sobre bloques y bloques construido,
jefes y reyes a ritmo de toque,
de rodillas ante el héroe caído.
Honor, discurso, corona de flores,
todo el mundo ante el guerrero, rendido,
en salva fusileros tronadores,
y un lema: "Al soldado desconocido".