Yo, que te quise con locura,
te miraba como ejemplo a mi vida,
despertaba de mi juventud dormida
y esperaba tus consejos con ternura.
Un mal día sin saberlo te marchaste,
y mi pena fue muy grande por perderte,
me dejaste tu muy solo a mi suerte,
y a pesar de quererme te ausentaste.
Ya pasaron muchos años, padre mío,
muchos días he llorado por no verte,
y me encuentro yo por dentro muy vacío.
Ni un solo día he dejado de quererte,
desde aquella mañana del estío,
que el buen Dios te llamó con la muerte
J.Gall