Aunque desde entonces sólo ha sufrido una mínima corrección, he dejado sin embargo que los endecasílabos que no cumplen con los requisitos rítmicos queden como están; no pretendo ser más papista que el Papa, por lo que baste saber que a veces la construcción de un endecasílabo está por encima de toda regla cuando en ella queda expresa justamente lo que se quiere decir.
Para Ustedes:
LA FUERZA DEL AMOR
I
Sé que jamás será deshabitándome
el modo con que logre ya el olvido
o el desamor.
Despojarse uno mismo de sí mismo,
creer que se podría despegar,
como si fuesen tiras de un papiro,
de cada poro cada sentimiento
ni siquiera al más crédulo convence.
No pretendo ningún convencimiento.
II
No pretendo ningún convencimiento
de que el olvido pueda ser posible
ni que el amor sentido sea olvidable.
Los sentimientos obran el milagro
de sentirse mortal, con la existencia
corriendo todo riesgo, temeraria
ante lo que podría detenerla,
pero con la realeza de haber sido
vivida como debe ser vivida,
con el goce o dolor que ello conlleve.
III
Con el goce o dolor que ello conlleve
nuestro corazón ama sin reparos,
ya tímido o cobarde, ya valiente.
Primero aprende a amar, luego se entrega
aun sabiendo que no debe esperar
nada a cambio,
porque así es el amor cuando se da
verdadero,
con la certeza plena de saber
que podemos no ser correspondidos.
IV
Que podemos no ser correspondidos
resulta a todas luces azaroso,
pues uno se ilusiona sin pensar
que tarde o temprano
el castillo de sueños precipita
debiendo uno mismo ser igual
que el desencantador que desencanta
su propia persona
a fin de desilusionarse todo
abarcando espíritu y corazón.
V
Abarcando espíritu y corazón,
a instancias del amor y por amor,
el hecho de querer, de ilusionarse
es un evento único, especial,
donde la mente pierde su sentido
y el sentimiento surge por doquier.
Ya en las palabras, gestos o miradas,
ya oculto, taciturno o bien callado,
cuando el amor domeña hasta es correcto
renunciar al amor si es por amor.
VI
Renunciar al amor si es por amor
es el más noble de los sacrificios,
sin importar el riesgo que se corra,
aunque hayas arriesgado ora la vida
o la oportunidad irrepetible
de amar al fin y al cabo y de verdad.
Cuando al amor renuncias juegas limpio,
porque si deseando el bien ajeno
a cualquier sentimiento propio barres
no dudarás mañana si otra vez.
VII
No dudarás mañana si otra vez
pugnan el sentimiento y la razón
de suerte que no sepas qué escoger,
si el bando del cerebro director
o el del corazón, rey de los desvíos.
En ciertas ocasiones la contienda
deviene equilibrada como inútil,
pues si no se presenta rendición
o bandera de tregua, uno acaba
vacío o enfermo de ambas cosas.
VIII
Vacío o enfermo de ambas cosas,
con amor o sin él, no cabe dudas
de que amar y no ser amado tiene
su desventaja, su amargura implícita.
Superarla de veras que requiere
no la indiferencia despreciativa
ni la resignación,
sino más bien la fuerza del amor
porque por ese amor mismo uno adquiere
como de heroicidad iguales ímpetus.
IX
Como de heroicidad iguales ímpetus
nos hacen levantar cuando caemos
y lejos de volver atrás, seguimos.
De esta manera en el amor ninguna
caída o resbalón son para el alma
circunstancias finales,
antes bien fortalecen su substancia
a fin de comprender
que por sobre los riesgos lo importante
está en darse al amor tal cual se es.
X
Está en darse al amor tal cual se es
un sostén valedero del amor,
no importa el sacrificio que uno haga,
correspondido o no, no es menester
darlo todo al olvido o arrepentirse
de haberse enamorado.
Nunca el amor sentido es olvidable
y sea lo que pase y lo que sienta
no me lo extirparán, y por más modos
sé que jamás será deshabitándome.
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Simón Saint.