En versos sáficos
Imaginé tu cuerpo como un sueño
y desperté en tus brazos, piel ardiente;
bogué resuelto por tu mar yacente,
fui de tus ondas navegante y dueño.
Puse al amarte voluntad y empeño,
fuiste en la entrega frenesí candente
cuando el abrazo penetró en simiente
al limpio surco de calor sedeño.
Mar arbolada de turgentes senos,
valles profundos de humedades cálidas,
nuevos caminos sin tabú ni frenos,
trémulas rutas por tus carnes pálidas.
Todo lo dimos con pasión y hondura
queda en los cuerpos el amor-ternura.
Jesús (Madrigal)