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Mis recuerdos



Es en esta época previa a la Navidad,
en que me sumo en gran nostalgia.
Hablo de la niña que vivió tal vez las Navidades
más felices o más tristes, no lo sé.
Ahora adulta, mi visión de la Navidad es muy distinta
y es cuando agradezco al Niño por el regalo de la vida,
por tantos beneficios recibidos cada día.
En ese entonces, fue mi padre el que trató de hacernos
pasar a mis dos hermanos y a mí, las más lindas Navidades.

Recuerdo con la gran ilusión que armaba nuestro hermoso
Nacimiento, herencia de la abuela, que llenaba casi
una habitación, con enormes cerros, hechos por nosotros,
granjas de animalitos, entre ríos hechos con papel platina.
Y allí, la Sagrada Familia, en el establo, tapadito el Niñito,
hasta la Noche Buena, en su humilde pesebre,
rodeado de los triguitos que sembrábamos con anticipación.

Recuerdo la cara de mi padre al vernos abrir los regalos,
creo que él tenía más ilusión que nosotros mismos.
La mesa preparada por él, para los 4 y la familia humilde
que nunca faltaba, para compartir nuestra Cena de Navidad.
Pero luego de la alegría del momento,
llevo clavada en la mente, sus lágrimas, las que trataba de
secar entre sonrisas forzadas, para que no nos diéramos cuenta.

Ahora siendo madre y abuela, entiendo perfectamente,
al gran hombre que fue nuestro Santa Claus,
nuestro padre, hombre ejemplar que al quedarse viudo,
dedicó en cuerpo y alma su vida a nosotros,
sus tres hijos, Luis, Hilda y Gabriela.

Cada Navidad, están ellos en nuestros corazones y nuestra
mesa, como los Ángeles que el Niño Dios, tiene ahora a su
derecha y envía para protegernos.
Es inevitable el sentir cada año, esa misma sensación, al
sonar las 12 campanadas, pero las lágrimas que pudiera vertir
ahora son simplemente para decir…

¡Gracias Jesús, gracias Papá, gracias mi Ángel Hilda!



Con mucho amor, vuestra hija…

Queta

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LA CENA

La Navidad…siempre me ha colmado en el pecho una dulce nostalgia, porque en ella especialmente, es donde deseo tanto abrazar a los seres que amo, y, no siempre se puede…
Algunos, han fallecido, otros están, tan lejos... y bueno…algunos se alejaron por distintas razones…Pero nunca, léanlo bien, nunca del todo de mi corazón...

Recuerdo tanto a mi abuelo materno y su rosario en la mano, a mi abuelo paterno y sus botas de soldado... A mis padres… ¡Ay!, es en ellos que el dolor se acrecienta y se inundan mis ojos en lágrimas...Cierro fuerte los párpados…y pareciera que huelo al asado de mi madre que hasta su calorcito palpo.
Los brincos del ir y venir para armar el Nacimiento, dirigidos por mi padre…y el alto honor de saber, quien ese año podría colocar a Jesús en el pesebre. Los villancicos y las oraciones... la grave voz de mi padre... y los regalos, los escondidos y los que encontrábamos al pie de la cama...El beso apretadito, ¡el hogar!, ese calor bendito...

Recuerdos… ¡Tantos recuerdos…!

Aprieto los labios porque no deseo que se me escuche el quejido…Ya saben…es cuando recuerdo a mi esposo y esos años, en los que fui tan feliz al amarlo.
Lloro, sí, pero mis lágrimas no llevan ya tristeza, sino gratitud a Dios, por haberme permitido compartir a su lado, no los años que quise, sino los que él quiso darme.

Podría contarles cada instante, y desear que Uds. en sus vidas, tengan la dicha que tuve…No, no me quejo, mi suerte es diferente ahora…Es sólo que aún lo extraño, porque sabía entregar un amor constante, ese que edifica el espíritu y forja en quien se ama, fortaleza.
Suelo muchas veces requerirla por costumbre y falta…Y al ser ya imposible, pues él hace ocho años que vive en el Padre, son mis hijos, que en su corta edad tienen la magia, esa magia heredada en la sangre, y son ellos los que me levantan, empujan y hasta regañan…cuando es menester hacerlo, que aquí todos tenemos la misma importancia.

¿Saben?, hay un instante en donde todo se fusiona, así como cuando vivía con mis padres y luego, cuando tenía a mi esposo a mi lado…Es al momento de la cena, cuando todo esfuerzo sobre ese mantel se comparte, y podemos unos a otros servirnos, mirarnos a los ojos y vernos dentro de ellos, sí, ver nuestro propio rostro, porque todos los deseos dejaron de ser particulares, y lo que nos une es algo entrañable…La familia.

Deseo profundamente que en sobria mesa, sean ricos en amor fraterno, y llegadas las 12 podamos estrecharnos a pesar de la distancia. ¡FELIZ NAVIDAD!




Maricruz Díaz
é
Hijos

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No es un cuento de hadas...




No es un cuento de hadas...
Y uno tiene recuerdos que no se olvidan, uno siempre piensa que las mamas sueñan con tener dos hijos, la nena y el varón, pues los otros ya son casi un -“accidente, no hay otro remedio..., la ignorancia...”- y uno se siente mal, mas cuando se es tercero, como yo, porque luego vino el cuarto, quito, sexto hasta completar la decena..., después de la nena y el varón, pase a ser “el patito feo” como solía decir mi madre, cuando le mostraba las fotos de familia a alguna visita, mis fotos quedaban bien abajo del montón, antes que alguien opinara algo- decía, esta es la mas fea, como si yo no estuviese allí, hasta me causa un poco de gracia cuando lo recuerdo...
Hoy ya tengo casi medio siglo vivido, pero solo tenia unos 5 añitos frente a los comentarios de mi madre...y duele he? Y mas cuando se siente el rechazo cuando aun estas en la panza, porque sabia qué mi mamá no quería otro bebe, -“este es de contrabando”, escuchaba yo dentro de su panza cuando le decía a las vecinas chismosas del lugar, por las dudas para que no hicieran ningún comentario adjunto...
Pero eso no es todo, corrió mucha agua bajo el puente cuando fui niña, una niñez muy extraña, porque luego pase a ser madre de mis hermanos, porque ni bien cumplí mis ocho añitos (creo) ya estaba con bebes acunándolos, lavando la ropa en el arroyo, mi mamá siempre estaba ocupada con la panza como un globo y dándole la teta a los que aun no habían cumplido el año, cada tres meses quedaba embarazada...
Y digo, creo que tenia ocho añitos porque no se bien la edad que tenia, nunca apague una velita de cumpleaños, (ni ahora que soy grande), tampoco sabia lo que era, me enteré que se cumplía años cuando mi hermana mayor le festejaron los quince, y vaya casualidad el mismo día yo cumplía catorce, pero a mi no me hicieron regalos, me dijeron que no debía decir nada, porque sino tenia que compartir o la gente no llevaría regalos para las dos, capaz salía muy caro...
Parece que éramos muy pobres, nuestra casa era de barro y techo de paja, una cama grande una cuna y otra cama chica, es lo que recuerdo, de lo que estoy segura que no había un segundo piso, pero si teníamos un gran patio para jugar, mucha tierra, muñecas de trapo, mis hermanos mas pequeños jugaban a la bolita, y yo también, cuando podía, si no me llamaban para planchar, acunar a mi hermanito o juntar la ropa...
No conocía la leche, tomábamos mate cocido, y que rico era, mi padre decía -“vengan a tomar la leche de la vaca verde”, de verdad..., aunque no me creas..., a mediodía sopa, de noche sopa...y a veces dos platos...
Sabes que? Creía en la cigüeña y en los reyes magos, tenia doce años cuando me dijeron la verdad, lloré, porque...?, aunque no recibía regalos de reyes tenia la ilusión de que algún día llegarían, mi madre siempre me decía, si al año siguiente me portaba bien me dejarían regalos, parece que me potaba mal todo el año, porque nunca llegaron los reyes magos...






AUTOR:silvialialian