
Un Cuento de Navidad

UN CUENTO DE NAVIDAD
El olor de la Navidad está por todos lados, se ven luces titilantes por doquier, así como en la gente se dibuja la sonrisa de la esperanza al sentir renacer los sentimientos nobles como el amor y la unión familiar, se van dejando atrás los problemas rutinarios, los días se visten de aire frío mientras el corazón de cada hogar se mantiene tibio con amor.
Para algunos la Navidad no es otra cosa que dinero pues al mirar sus necesidades todo lo bello se convierte en preocupación, el hambre de los más necesitados es la parte oscura de esta fecha memorable, los niños y sus ganas de tenerlo todo siguen siendo el ejemplo de los adultos, a pesar de las imposibilidades no pierden la fe en sus creencias…
Juancito creía en la existencia de San Nicolás, por eso al verlo en una estación de gasolina, se le acercó y le preguntó tímidamente: ¿Es usted el verdadero Santa, el qué trae regalos? El hombre que fungía de Santa le respondió de inmediato: Claro qué si niño, ¿por qué la pregunta? Bueno, a ver como le digo, no es nada costoso, y tampoco es para mi señor Santa.
Y si no quieres nada para ti ¿Entonces por qué tantas preguntas?
Mire señor Santa, yo vivo en un refugio porque perdí mi casa y toda mi familia en un deslave, usted sabe que allí hay muchas personas como yo, que carecen de todo.
"Yo no puedo saber de todo Juancito", ¿acaso crees que soy adivino?
No señor Santa, yo no creo que usted sea adivino, pero sé que regalando juguetes hace muy feliz a los niños. Eso es cierto Juancito, a los niños, y que tiene que ver eso con el refugio, con los que no tienen familia ni nada, explícame mejor el asunto niño, porque estoy muy cansado, he recorrido todo el mundo entregando un poco de alegría, y ya es hora que me vaya a descansar. Espere un momentico señor Santa, no se vaya todavía, yo solo quiero pedirle un favor. Me lo hubieras dicho desde el principio Juancito, ¿acaso tienes hambre?
No señor Santa, ya le dije que el favor no es para mí…
Yo soy más que feliz por cuanto Dios me ha dado. Algunos de los niños allí son mis amigos, y me preguntan si cuando, usted se acerca, repartiendo regalos, también trae su sonrisa desde lo alto: “como me enseñaron mis padres, les he creído”. Pero dígame usted; aparte de un juguete; ¿Es verdad que la navidad es Cristo? ¡Dígaselo señor santa! Para que ellos no pierdan la esperanza, y así... como yo, ellos también crean que la NAVIDAD es emoción y una mirada al más allá de la fe que compartimos, no es solo un juguete que te traen PAPA NOEL o LOS REYES DE ORIENTE, que puede ser divertido...pues lo importante es saber que alguien pensó en ti cuando te lo regaló, dejó un espacio en blanco en su vida para llenarlo de ti…para reconfortarte.
Pero debes saber que el alma vuela en la FE DE DIOS y que la mirada de Dios hace cristal la piel para llegar al alma que es donde está la FE. Para mí la Navidad es conseguir que la luz habite en cada mundo interior de cada ser humano, sobre todo de los que se sienten solos o a su suerte y la misión de los magos es transformar su soledad en compañía. Sin duda, el mejor regalo de una persona es ser un ser social donde la persona se pone por encima de cualquier regalo material y es la verdadera luz.
Juancito se recreaba con las luces centelleantes de los adornos navideños mientras regresaba al refugio y pensaba en lo que Santa le había dicho, su sonrisa era más que sincera y pura pues sabía que esa navidad traería algo muy especial para todos los niños del refugio, y con mayor alegría creía en lo que sus padres le habían dicho, las cosas materiales así como llegan se van, son en ocasiones necesarias pero no indispensables para ser feliz, el AMOR… que tú brindes siempre dejara una huella en los corazones y un eterno recuerdo de bondad - ¡Juancito¡ le susurraba su madre…
Entusiasta recorría las calles admirando a las personas que transitaban a toda prisa con paquetes y bolsas en las manos, tratando de descubrir en cada rostro el porqué de su felicidad y se cuestionaba así mismo si ellos creían en cristo! Y en lo que eras El en navidad…alegría, paz y amor… Juancito solo quería que todos los del refugio se sintieran como él lleno de felicidad pues realmente él no necesitaba de mucho, tarareando y saltando por las calle admiraba todo lo que encontraba a su paso…
Juancito después de caminar por muchas calles, viendo los rostros de felicidad de las personas, pensando para sus adentros en lo que significaba la Navidad para cada uno de ellos, regresó al refugio, con la firme convicción de que todos los niños entenderían el verdadero significado de la Navidad.
Pues él sabía que la Navidad era algo más que regalos, significaba el amor de Dios y que aunque no tuvieran cosas materiales, podían ser felices con humildad, con sencillez, sabiendo que valía más lo que cada uno tenía en su corazón. Esa noche Juancito se durmió con una sonrisa de fe, de confianza y de esperanza.
Cuantos niños como Juancito son capaces (a pesar de vivir una realidad tan diferente de otros niños) de hallar el verdadero sentido de lo que significa la Navidad.
Al día siguiente despertó muy contento y lo primero que hizo fue darle gracias a Jesús por el regalo de la vida y de su Amor y pensó, si Jesús siendo Dios vino al mundo en un pesebre, yo fui más afortunado, mi madre no tuvo que buscar posada, ni fue perseguida, ni tuvo que huir, ¡Soy un niño feliz! Voy a estudiar mucho para que cuando sea grande pueda dar felicidad a otros niños como yo, sé que Él me va a ayudar a cumplir mi deseo.
Este ejemplo tan hermoso de Juancito debe ser ejemplo para otros muchos niños como algunos que esperan la Navidad para recibir regalos y no tienen idea que la Navidad es para recordar el Nacimiento de Jesucristo, así como compartir en familia.
Ojalá fuese así para todos los niños...siendo un deber de los padres desde pequeños enseñarles este hermoso regalo más grande que cualquier otro.
Y cuando en el corazón, alguna lágrima humedezca una sonrisa o el calvario de la enfermedad y la pobreza laceren la inocencia de un niño, allí estará el Espíritu glorioso para consolar en medio de la desesperanza.
La vida es el más preciado de todos los regalos, multiplicar su calidad espiritual más que un desafío es la santa oportunidad de vivir el reino de Dios aquí en la tierra. Compadecernos ante el dolor, la angustia, la intolerancia, es el ministerio más sublime de comunión de toda la humanidad con el Padre Eterno.
Así como Juancito acercó su corazón con la humildad del alma, la lealtad y la confianza cobijaron sus sueños, abrazaron la sonrisa de esperanza que sabe mirar a través de la espiritualidad con sencillez y fidelidad. Y entonces ocurrió lo insospechado, el misterio del Amor iluminó desde lo alto cada rinconcito del refugio donde anidaban tantos anhelos y también tantos quebrantos. Un hálito de paz susurraba una suave y alegre melodía, destellos azules y dorados esplendieron en las ventanas y jardines exteriores. Se hizo la luz en medio de las sombras, se escuchaba en el silencio el preludio divino anunciando la llegada de una Estrella pequeñita pero tan intensa en claridad, que calentaba con su luz cada confín del horizonte y más allá del universo...
Era el 24 de Diciembre, y aunque se habían recibido bastantes cobijas, ropa y medicinas, todo hacía parecer que el alimento faltaría es esa noche tan especial. Juancito les había dicho a los niños que esa noche significaba y era “el amor de un Dios”, pero ellos replicaban: pues no hemos visto que alguien haya traído regalos, ¡déjate de cuentos, ni siquiera tendremos cena de navidad!
Así fueron pasando las horas y en los rostros del refugio se reflejaba tristeza y desamparo. Dieron las cuatro y media de la tarde y el brillo del sol empezó a menguar. De pronto se escucharon ruidos de motores y pitidos de claxon de vehículos llegando. -¿Pues qué pasa?, se preguntaban los mayores mientras los niños corrían a ver lo que ocurría. Sucedió que estaba llegando una remesa de alimentos y además venían varias personas miembros de una congregación religiosa que habían decidido pasar esa navidad con la gente de ese albergue improvisado.
Pues bien bajaron los alimentos y algunos otros artefactos. También venían varios paquetes que entre los niños despertaban mucha curiosidad: -¿Qué será?, se preguntaban. Claro también interrogaban a los visitantes pero nadie les decía nada; la duda y curiosidad aumentaban. Juancito, con toda la seguridad, ya se imaginaba que eran los regalos de navidad, pero no se los decía a sus compañeritos para que recibieran una grata sorpresa.
Los visitantes improvisaron rápidamente una gran cocina y empezaron a preparar la cena de navidad, también prepararon una mesa que parecía grandísima a los ojos de todos los niños. Los del refugio entusiastamente se ofrecieron a ayudar y para las seis y media de la tarde la cena estaba ya servida. Antes de empezar a comer una pareja de esposos encabezó la oración de gracias y bendijo los alimentos. ¡Todos guardaban un silencio solemne! Al terminar, alguien dijo, -ahora si amigos y amigas que no quede nada de estos alimentos que Dios nos ofrece hoy. No había nada más que agregar, todos empezaron a comer alegremente. Los niños parecía que devoraban la comida pues tenían el pendiente de los paquetes misteriosos.
Al terminar la cena, se invitó a todos los del albergue a juntarse en una esquina del edificio improvisado como refugio. Los niños fueron los primeros en aglutinarse para estar enfrente. La expectación aumentó cuando se empezó a correr una cortina. Aaah!, ¡son regalos, son regalos gritaban llenos de júbilo todos los niños!
Después de que cada huésped del refugio recogió un regalo, los niños se retiraron para compartir y jugar con sus compañeritos y compañeritas del lugar. Los mayores hicieron una fogata controlada, empezaron a cantar villancicos y cantos populares, otros decidieron bailar y danzar del gusto que tenían en esa noche tan especial. Nadie recordaba en ese momento las condiciones tan precarias en las que estaban viviendo.
Al término de la convivencia y ya para dormirse, la oración de Juancito fue: ¡Gracias Niñito Jesús, tú sí que sabes hacer las cosas, te quiero mucho! Cuídame y cuida de toda la gente aquí. Gracias por haber venido así, tú nunca quedas mal. ¡Buenas noches!
Y Juanito se durmió envuelto en una nube de felicidad, en un cuento de hadas... Pero que el niño Jesús había hecho una realidad toda esa fantasía que su corazón, con tanta fe y tanto amor por los demás había deseado y confiado en que así sería... Si todos los hombres del mundo tuvieran el alma de Juancito, esa fe inmensa y verdadera en nuestro Creador, la tierra sería ese paraíso que Dios nos regaló y que hemos convertido en un lugar donde reina el odio, el desamor, el materialismo, la envidia y la maldad. Cuanta ternura y verdad llena el corazón de los niños en estas Navidades, esperando con ansias la llegada de nuestro
Niño Jesús.
A la mañana siguiente, 25 de diciembre, día maravilloso porque reina la calma y pasada la ansiedad que agobiaba a toda la gente del refugio; Juancito, muy contento lucía un rostro mucho más radiante. El regocijo de haber confirmado una vez más su Fe en Dios, que nunca le había fallado, ni siquiera con las pruebas difíciles de los últimos días en que la naturaleza azotó a mucha gente de su pueblo. Muy feliz a ver a los niños del refugio con sus juguetes, les convocó y en secreto planificaron un rato de adoración al Niño Jesús. Invitaron a todos los adultos a que les acompañaran al pequeño pesebre. El silencio reinaba y todos se quedaron muy emocionados y con lágrimas de felicidad, se tomaron de las manos, a medida que escuchaban que cada niño, en vez de pedir al Niño Jesús; le ofrendaba de sí mismo, amor, obediencia, cuidados, respeto, fraternidad, paciencia, caridad, fortaleza, humildad y sobre todo mucha Fe.
Fue una navidad inolvidable para todas las personas del refugio; con luz, con esperanza, llena de bendiciones. Gracias a Juancito, Jesús “ el Niño amado’ nació en aquel pesebre y en sus corazones.
FIN.

Autores Copyright © Sanctus Nebula, María B Núñez, Juanita Reyes, maximo, MHAR, Esmeralda, Mujer de Espuma, Alicia Morales, Gota de Rocio Azul, navegante, Solina, La Muka, V3r0n1k4.
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