Dije que no se podía amar a un tercero,
pero descubrí un corazón bueno,
que me mostró en el espejo
lo mejor de mí.
Dije que no se podía amar
cuando laceraron mis sentimientos,
pero encontré una pluma de oro,
unos ojos de ternura con una mirada de niño;
todo un pillo.
Me escribió del amor,
de la mujer que escondía bajo un escote
un sentimiento reprimido.
La angustia llegó a mi alma cuando lo amé,
sin tocar su piel, ni sus dulces labios,
sin dejar que sus manos tocaran las mías,
en mis sueños e ideas había creado un mundo de fantasía.
Dije que no amaría de nuevo.
Pero ya lo amaba.
Sin querer, sin aceptar, ya le amaba.
En mis sueños, su vino calmaba mi sed,
Su tiempo, mi fe.
Y entre locuras y en destellos de velas rojas.
La sombra del amor se hizo fiel,
dije que no amaría,
mientras el reloj marcaba las dos,
las tres,
y al marcar las cinco seguí sin querer ser yo,
(me gustó mi reflejo en sus ojos café).
Volví a ser niña junto a esa piel,
y seguí contando las seis,
las siete.
deje de contar y desperté,
y ya eran las diez…
…y yo le ame.