
ocultando los tesoros fértiles…
Las huellas lo guiaron lentamente
aunque apenas lograba presentirla…
El frío congelaba los sueños
a medida que el camino
se convertía en una terrible pesadilla…
En el ocaso del sol que apenas mira
yacen los restos de su amor bendita…
Solitario corazón dejó caer,
y ahogó su grito en lágrimas de ayer…
Sus ojos convertidos en brazas
traspasaban la piel…
Acercó su rostro al de ella
Y besó con ternura sumergido en las penas…
Corrió desesperado sin rumbo definido
y en la desolación la noche lo previno.
Bajo el manto negro cayó rendido,
sin poder levantarse, las ganas le dolían…
Adormecido entonces quiso dormir sereno
cuando cerró los ojos… sintió cubrir su cuerpo…
El frío fue calor… el miedo fue consuelo…
Levantó la mirada y encontró dos luceros,
el alma de su amada, bajó desde los cielos
a proteger la vida del ser que la extrañaba…

por eso él la llama
perdido en la montaña
y ella le responde
iluminando su alma…

Y si en la confusión uno de ellos se alejara...
el otro iría tras sus huellas protegiendo lo que le queda de alma..."