Mi corazón, tonto y alocado,
corre como un joven potrillo atolondrado:
son todos sus amores, y
también, son todos sus enamorados.
Mas solo por él, el pequeño potro muere,
solo por ese par de ojos sus cascos detiene,
al mismo tiempo que la respiración retiene,
y enmudece, y enerva su galope, que amanece.
¡Ah!, todo, todo por vos,
todo por una mísera pizca de tu amor...
¿Qué debiera hacer un mortal
para lograr el privilegio
de tu eterno corazón robar?
Quisiera hacerte ver, cuán triste ha de ser la vida,
si en su extensión solo amáramos una vez,
a un solo ser, sería una existencia compungida,
sería desperdiciar del fruto la madurez.
Dejame amarte, como solo habrás de imaginar,
y amá, con demencia y euforia a quien claudica.
Entendé que es por vos que me atrevo a soñar,
que por vos anhelo de aquel estrellado beso bajar
esa diminuta, brillante y tan tuya estrellita.
De vos, hasta los huesos necesito,
y tu sangre, y tu alma descansarían en mi pecho.
A tu lado existo, como siempre te repito;
todo se hace real, incluso el más loco hecho,
y añorando tu mísero querer, me modifico,
me desvanezco, y vuelvo a ser, el más frágil sueño...
