Y mis ojos ardiendo, de esta ciudad.
Ya no habrán noches manchadas de penas
Ni gestos preñados de falsa humildad.
Esta vez y de una vez, podré ver mi recorrido.
No recordaré tus ojos que una vez fueron los míos.
Beberé de tu botella esta ilusoria realidad,
Tan carente de estrellas, llaves y humanidad.
Porque sólo somos quienes somos
Para tomar nuestra parte en el nido.
Con el deber, la frente marcada,
Con el deber de consagrar nuestro ser
Para poder labrar un mañana
Sin los errores del ayer.
Salir de este denso idilio
Y separarse de la manada
No es un acto de egoísmo,
Es la estocada de tu avanzada.
Porque cada realidad es personal
Y cada quien posee un hilo
Y solo hace falta soltarlo
Para poder apreciar el tejido.
Éste es el desafío…
Siempre recuerda el olvido,
Y olvida la palabra perdón
Esta nunca te será necesaria
Si obras con el corazón.