Aves aligeradas que se detienen
y en su vuelo anticipan su caída
sobre el friso de esta amanecida,
despojándose en sus nidos
sobre las alcobas ya vacias.
Son ellas como el arroyo que dentro de su fluir
contienen reprimido al silencio durante mucho tiempo,
y algunas en su volar van anunciando
la tormenta, la calma y ahora mi ausencia
como algo que en la noche se revela
tan intenso, ardiente pero muy lejano,
así como un incendio sin cenizas.
Bajo el tenue ruido de sus alas
las gaviotas se filtran en la oscuridad,
brotando su resplandor con seguridad
en este verano que estalla en un calor sofocante
calmando yo mi sed con agua abundante,
así he pasado este tiempo
en vigilia con mis sueños retenidos
aleteando ellos en mi rostro y entre las sombras...
Una lucha en mi puerta que al abrirse rechina
por tan cruel desconfianza en el mar de mi dormir.
¡Vuela pequeña ave mía...!
Entra en su vida de nuevo
con el mensaje de mis versos y melodía,
desde mi hondo sentír
aunque le hagan falta mis besos
y toda mi ternura.
Yanisbeth
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