con la fórmula científica y exacta,
en la muda complacencia,
de llorar y reír al mismo tiempo,
sin haber perdido el sano juicio.
Reemplazar la palabra “debo”
por la palabra “puedo”,
la opción es la libertad
y encontrar algo
que realmente ame:
flores, un arco iris, una canción,
o el deporte que me entusiasme,
y utilizaré cada vez que empiece a asustarme.
Busco las raíces de las cosas,
para aborrecer la ruindad del hombre,
que impulsa a la conciencia soberana,
a echar al viento lozanas mariposas,
para sentirme orgullosa
de tener algún halago
y a la Vida algún apego,
limar asperezas y crear anhelos,
para que resurja yo misma,
de la conciencia abnegada y pura,
en las crudas noches de invierno,
pienso en aquel niño tirado en la calle,
peregrino del desierto en cada pueblo.
Busco las raíces de las cosas,
para tocar la trompeta del triunfo,
y orar por la justicia que no encuentro,
en esta triste hora del universo,
para terminar con la hipocresía,
de aquellos poderosos que tienen miedo
a la pobreza y no son dignos de riqueza,
que nos tienen prisioneros en la reyerta,
busco en ella la bendición de Dios,
único al que exhalo el último suspiro,
quiero que el aire me preste un ángel,
y alcance la sed de la esperanza,
como lúcida guirnalda en el Alma,
que enlaza realidad y fantasía,
cuando se extinga el universo,
el eco del mundo en el ocaso,
sabrá que aún hay límpidos ideales
al final de un camino sin nombre.
BRISEIS (ANNIE)