Las pestañas de tu cuerpo.
Trazo el puente
De la boca con rocíos sin el frío.
Y de tus labios
Escucho un zumbido sombrío
Quien me grita; ¡Los pétalos son vírgenes!
Enamóralos con el agua de tus manos.
Recuerdos febriles
De otras yemas; ¡Rasposas como las llamas!
Enfermas de caricias
Fallecidas desde nacidas.
Más la fragancia de tus poemas
Azucenas en cien versos,
Esculpidas las margaritas con estrofas
Respiro pureza con naturaleza.
Relieve brillo incesante
De tus ojos; ¡Ladrona del cielo!
Paseando sobre la alfombra
De los espejos.
Tu mentón tentador
Quien decide ser el pecador.
Y mi garganta, red de un pescador
¡Oh, otero, testigo de la flor!
Las violetas, mi espalda
El clavel, mi corazón
Las espinas, la traición.
Huellas guardianes
En el invernadero del delirio.
Cantoras en sinfonía
¡Gotas religiosas!
Sellando grietas de las corolas.
Con el fango entre los dedos
Cavaremos semillas marinas
Cerca de la elegancia de la Francia.