Vengo de ti,
del vaivén de tus olas
bajo la vigilante mirada de la noche.
Vengo y no sabes
que navegué tus mares
y en esa imprecisión de los vaivenes
recorrí tus altares.
En esta ausencia de mí
se ha quebrantado el tiempo,
los espacios mutaron en laberintos leves
que estorbaron el regreso cuando quise.
El imperio del sol cegó mis ojos
desatando en la niebla mi condena
y la breve promesa de regreso
se limitó en el vértice de un sueño.
Vengo de ti y ni siquiera
te enteraste a porfía,
las cumbres de la ausencia
coronadas de olvido
te negaron la vista.
Y en esta incierta ruta
que regaron las lágrimas
sólo queda un rumor de amaneceres.
Vengo de ti
y no lo supo el viento,
tan sólo la luna fue testigo
de un despertar ingenuo,
una triste añoranza
de un viaje hacia un pasado
que fue simple utopía.
FORESTINA