
Me desdigo de los anhelos,
de la palabra idealizada y de los sueños
para repatriar las vivencias que se esfuman
me desdigo de las ansias y reclamo
por esta suerte de improvisaciones
que me llenan de tediosas confusiones.
Y reniego, ya lo ves, por la furia concretada,
las verdades que no quise ver a diario,
la soledad incrustada a cada paso del camino.
Me desdigo del amor que un día te di
en un colapso de locura, replanteando
los caminos polvorientos de fracasos.
Y aunque digan y me inciten por ahí
no me pueden prohibir que roto el saco
de las infelicidades, luego intente
refrendar esa amalgama de intenciones,
las que nunca cuajaron en el hecho
y hoy se vuelven tristemente mal presagio.
Me desdigo de las letras que apiladas
en el fondo de un cuaderno hacen trizas
la memoria de lo cierto y lo correcto.
Y no insisto en pretender que lo vivido
es tal vez precisamente lo correcto
me desdigo de anhelar lo que he anhelado
y me entrego a la rebelde confusión
de vivir en el momento equivocado.
Me desdigo de ti, de tus haceres
de los versos que escribiste y que no enviaste
y me quedo desdiciendo este momento
que se queda quietamente mutilado
en la intención, de imprimirse en la retina
de un lector que olvidará casi al segundo
el asunto que decretan los anhelos
las verdades que se tornan mentirosas
en el verso.
FORESTINA