PARTE TERCERA
De mi viaje a Madrid
Otro octubre más para recordar,
en un tren llegué a la gran capital.
Cinco años quedan en aquel albear. *
No me queda ni una triste postal.
¡Mejor! Así no tengo de que penar
las memorias en aquel quejigal. **
*Albear: paredes blancas con cal, yeso o tierra blanca
**Quejigal: árbol parecido a encina; propio del Norte de África y
España
Un tren con vagones de madera,
cinco años cumplo en aquella travesía.
Tortilla y pimientos fritos en tartera
llevan el señor Matías y la señora María.
¡Para Madrid emigran los Barderas!
¡Qué lejos te quedas, Andalucía!
Tiempo fugaz en la calle Padilla,
comienzo de una período incierto;
allí empezaron mis pesadillas.
¡No me gustaba aquel puerto!
Mi mente “cocía empanadillas”,
pero mi corazón seguía desierto.
¡Triste sino para un niño portero!
Horas de juego perdidas sin razón
en aquel tabuco, más bien agujero
que sucumbía en aquella comezón
con gran motivo para el exaspero;
y un dolor para el joven corazón.
Portería de mis malos ratos
de aquella calle de Ayala.
¡Qué recuerdos tan ingratos!
Penosa y aquejada antesala.
Fuiste en mi vida un “mal retrato”.
Salí de tu sótano, “tocado del ala”.
¡Aquella maldita portería!
¡Pero que poquito te quise
y cuánto te aborrecía!
Aunque otrora te maldije
y horrorosa me parecías,
hoy mi mente no coliges.
¡Cuántas horas sin poder jugar!
Viendo el tiempo marchitarse
sin poder de mi niñez disfrutar;
mi palabra y mi vista taimarse
sin valor para mi alma rebelar
contra lo que no hubo de darse.
¡Lo que pasaba por mi frente
subiendo aquellas escaleras! *
Estremecimientos en la mente,
flemas escupían mis tragaderas,
y de rabia me crujían los dientes.
Era como dar golpes en una estera.
Frustraciones en cadena
de la inocencia infortunios;
era como vivir en una trena
o en un inmortal plenilunio
repitiendo la misma escena:
lo mismo en Enero que Junio.
¡Aquellos años cuarenta!
Para muchos, años malditos.
El fin de una guerra cruenta
que marcaron un terrible hito
a los que perdieron la contienda
en cualquier lugar o sitio.
Aunque infeliz en mi infancia
no fui un niño desgraciado,
pues asumo la constancia
de que no fue vilipendiado.
¿Quizás hubo en mi arrogancia?
¿O tal vez no me creí bien amado?
*Subiendo de mi casa en el bajo, a la portería sita en el 1º piso
Sobre mi abuelo paterno.
Sólo conservo un recuerdo remoto
por su retrato en aquella estancia,
y por las maldiciones al ver su foto
que la abuela en su circunstancia
le daba; pero que no eran piropos.
¿O por su orgullo y arrogancia?
Buen mozo era el abuelo Ceferino,
fiel dignatario del siglo diecinueve:
aspaviento severo, semblante fino,
miramiento que liquida y remueve,
y un impacto con certero tino
que al ver su rostro conmueve.
Sobre mi abuela Paterna
Pocos recuerdos existen
de la madre de mi padre;
opacas imágenes persisten
que mi raciocinio no abre;
parecía siempre muy triste
y de carácter desagradable.
Era muy niño cuando se fue.
Pequeñita como un comino,
recuerdo como miraba al bies
la foto de su marido Ceferino,
quizás trastornos de la vejez,
o que murmuraba su destino.
Continuará
De mi viaje a Madrid
Otro octubre más para recordar,
en un tren llegué a la gran capital.
Cinco años quedan en aquel albear. *
No me queda ni una triste postal.
¡Mejor! Así no tengo de que penar
las memorias en aquel quejigal. **
*Albear: paredes blancas con cal, yeso o tierra blanca
**Quejigal: árbol parecido a encina; propio del Norte de África y
España
Un tren con vagones de madera,
cinco años cumplo en aquella travesía.
Tortilla y pimientos fritos en tartera
llevan el señor Matías y la señora María.
¡Para Madrid emigran los Barderas!
¡Qué lejos te quedas, Andalucía!
Tiempo fugaz en la calle Padilla,
comienzo de una período incierto;
allí empezaron mis pesadillas.
¡No me gustaba aquel puerto!
Mi mente “cocía empanadillas”,
pero mi corazón seguía desierto.
¡Triste sino para un niño portero!
Horas de juego perdidas sin razón
en aquel tabuco, más bien agujero
que sucumbía en aquella comezón
con gran motivo para el exaspero;
y un dolor para el joven corazón.
Portería de mis malos ratos
de aquella calle de Ayala.
¡Qué recuerdos tan ingratos!
Penosa y aquejada antesala.
Fuiste en mi vida un “mal retrato”.
Salí de tu sótano, “tocado del ala”.
¡Aquella maldita portería!
¡Pero que poquito te quise
y cuánto te aborrecía!
Aunque otrora te maldije
y horrorosa me parecías,
hoy mi mente no coliges.
¡Cuántas horas sin poder jugar!
Viendo el tiempo marchitarse
sin poder de mi niñez disfrutar;
mi palabra y mi vista taimarse
sin valor para mi alma rebelar
contra lo que no hubo de darse.
¡Lo que pasaba por mi frente
subiendo aquellas escaleras! *
Estremecimientos en la mente,
flemas escupían mis tragaderas,
y de rabia me crujían los dientes.
Era como dar golpes en una estera.
Frustraciones en cadena
de la inocencia infortunios;
era como vivir en una trena
o en un inmortal plenilunio
repitiendo la misma escena:
lo mismo en Enero que Junio.
¡Aquellos años cuarenta!
Para muchos, años malditos.
El fin de una guerra cruenta
que marcaron un terrible hito
a los que perdieron la contienda
en cualquier lugar o sitio.
Aunque infeliz en mi infancia
no fui un niño desgraciado,
pues asumo la constancia
de que no fue vilipendiado.
¿Quizás hubo en mi arrogancia?
¿O tal vez no me creí bien amado?
*Subiendo de mi casa en el bajo, a la portería sita en el 1º piso
Sobre mi abuelo paterno.
Sólo conservo un recuerdo remoto
por su retrato en aquella estancia,
y por las maldiciones al ver su foto
que la abuela en su circunstancia
le daba; pero que no eran piropos.
¿O por su orgullo y arrogancia?
Buen mozo era el abuelo Ceferino,
fiel dignatario del siglo diecinueve:
aspaviento severo, semblante fino,
miramiento que liquida y remueve,
y un impacto con certero tino
que al ver su rostro conmueve.
Sobre mi abuela Paterna
Pocos recuerdos existen
de la madre de mi padre;
opacas imágenes persisten
que mi raciocinio no abre;
parecía siempre muy triste
y de carácter desagradable.
Era muy niño cuando se fue.
Pequeñita como un comino,
recuerdo como miraba al bies
la foto de su marido Ceferino,
quizás trastornos de la vejez,
o que murmuraba su destino.
Continuará