La pólvora roja de los difuntos,
Y un cementerio errante
En la Segunda del Rayo
-Algunos ya en desmayo-
Fértil circo llamado Revolución.
Con la I de la indignación exhalante
Con la R de la rabia, prófuga de mis labios
¡A ti, tigre de atroz marcha, te niego!
Como se desmiente el revólver
Ante la flor mirada de una infante.
Más el tendedero de los cuerpos
No me asusta; les rezo
Por sus olvidadas almas, tanto a ellos
Como aquel tirado por la fantasía del licor.
Valerosa, sólida, resistente, tierna
Cuatro centellas venturosas
En estas primeras luces del alba,
Atrayentes de la rebelión.