una ilusión nacída
al comienzo de la vida.
Cada vida es un sentído
de quien la sufre o disfruta,
entre pequeñas virutas
de inmortales sueños tibios.
Hoy toco la luna con mis dedos
saliendo a su encuentro en la noche,
mirando el perfil desdibujado
en un banco del parque ovillado.
Invisible y sin nombre.
Más el tocar la luna
no me concede un remedio
para paliar la desdicha
de quien no tiene techo
ni pan que llevarse a la boca.
Siento que mis sueños son necios
que están locos de atar,
por que no ayudo con ellos.