Noche de plenilunio
el manto celestial
de mágicas siluetas entre sombras
adheridas, tatuadas, fusionadas.
Dos almas se cobijan,
el ocaso remeda un tierno nido
y propicia en su cálido rincón
un festival de entregas pinceladas
donde la fe se niega a perecer.
Magia nocturna insufla un nuevo aliento,
certeza y convicción
sentimientos alados se despliegan
en haz de amor fulgente, ilusionado.
Amada luna llena
nodriza de luceros agitados
que ansían florecer en negro velo
de un sueño virginal en el que insomne
cabalga la esperanza.
ANA