el holocausto épico
entre el Sol y el horizonte
contuvo al cielo esperando tu llegada.
Te creí ser el fuego divino
que apaga las bocas de quienes te reclaman,
el absoluto que congela las almas en pena
y el corazón perdido que desesperadamente busca la calma.
Quisimos enseñarte los matices de la altura infinita
y la velocidad con que el mundo se nos escapa.
El Sol, aún lucha contra la curvatura de la tierra
y yo viajo arriba, muy arriba
dónde la soledad se vuelve en contra
y la respiración es entrecortada.