¡Crecí en tus albores de soledad!
En las altitudes friolentas
aliviaste mi sufrimiento
y en el cansancio de tus labios
busqué serenidad.
¿Ya no recuerdas las tormentas
que me impusiste
cada vez que me quise levantar?
Que bajo su luz, inclemente destello,
me enseñaste a vivir y a caminar.