Eso es lo que respiro, tempestades vacías
en macizos collados, laderas en gargantas,
simbolismos perdidos entre avenidas frías,
Santos a martillazos, fotogénesis, plantas.
Respiro brusquedades y criaderos sin crías
-cómo representarte, Dios, mientras me amamantas
todas las creaciones que ungieron al Mesías
las lágrimas a solas, lágrimas entre tantas-,
Biblias en los portales, escaleras de barro,
vendedores de luces -luces por todas partes,
mientras hablo conmigo, vives a bocajarro-,
miradas a la nada, castillos y baluartes
-los posibles de fe con los que me desgarro-.
Eso es lo que respiro, moriré entre estandartes.