
el abrigo de un abrazo,
que me quitara el silencio,
que despertara mis ganas.
Me dejaste sollozando
y no se ni en qué momento
en mis manos no te vi.

Era tanto lo que amaba
que los sueños se vaciaron
en el frío de la cama.
Fué tan cruel
esperar los imposibles
de este amor que me inventé.

Esperaba una razón
y con poco conformaba
las ausencia de tus besos,
las caricias que anhelaba.
Esperaba en el silencio
tu sonrisa anonadada
pero a cambio recibí
una mirada gastada.

¡Ven aquí!
quiero ver en tus ventanas
y asómate a este abismo
que me tiene consternada.
En este último beso
deposito lo que fuimos
y te dejo en este mundo
que construiste sin mí.

No hay reclamos vida mía.
Las heridas sanarán
y en esta hoja que empiezo
no hay lugar para llorar.
Hoy te suelto,
¡qué terrible esta expresión!
Sé que estaba ilusionada,
convencida que me amabas
pero vos te obligabas
a “cumplir” lo que no era.

Más no entiendo las razones
de no decirme de frente
que tu amor se había extinguido
hace tiempo para mí.
Tantas noches esperé
el abrigo de tu abrazo,
la ternura de tus besos,
la caricia y el amparo...
¡Qué difícil es quemar
el dolor de lo añorado!
