Mujer de arena...
¡Sí, eso soy, mujer de arena!
Partícula de roca fragmentada
tamizada por un dolor incruento,
conservando en su hiel,
el filtro de recuerdos
recostados en la playa de la nada
lamidos por la noche,
al ver arrasado su castillo de sílice.
Artesano mortero
triturando ilusiones
en rechinar de dientes
a orillas de soledad,
bajo polvo seco de nostalgia,
batiendo la mezcla.
Grava adherida a la roca débil del amor
cual ostra oculta entre cascajo
a la espera de un susurro que absorba la sal
de sus costras oxidadas en lamento.
Mujer de arena, eso soy,
cernida en malla como gris cemento.
Encofrada mi playa en concreto,
huyen las gaviotas,
por no hallar alimento.
Arena negra con brillo muerto.
Así me bauticé desde aquel día
en que vi como un imposible...
arribar a tu puerto.
Mi muy querida y admirada amiga Mujer de Espuma
¡Sí, eso eres, mujer de arena!
Mujer de arena y corazón,
que tiende hermosura
sobre la blanca playa
de una hoja vacía
para dar hogar y cielo
a las gaviotas de la poesía
que deseosas regresan,
después de haber surcado la nada,
a construir un puerto
llevando en sus duros labios
la inmortal materia
que no sucumbe
ante las fieras olas
de los tiempos.
Cuerpo de arena con alma de espuma
que atraviesa los grises muros de la duda
para darnos compañía en la soledad.
Artesana de ilusiones,
surtidora de fulgores
vena abierta de pasiones
y de amores que ilumina
las arenas de la luna.
En nuestro querido bar comienza a sentirse un mar… tú lleva la arena que yo traeré la brisa, y sin prisa iremos tejiendo olas de poesía.
Mi querida amiga, no te imaginas cuanto me ha gustado tu poema
Como quisiera del mar sus manos!
Recibe un fuerte abrazo de tu amigo, aprendiz, mariachi, doctor, secretario y ave de cuello desplumado (ya recuperado) que te quiere tanto
Ivánovich piel roja