para que tú y yo vivamos nuestro dulce atardecer
se ha quedado sola... muy sola sin tí,
se ha quedado triste porque no te vé volver.
Ya no hay la alegría, ya no hay el encanto
de tu voz hermosa y de tu caminar.
La casita bella que te extraña tanto,
muy triste y muy sola se pone a llorar.
Mis ojos la miran con honda tristeza,
no tiene tu aroma ni tiene tu amor,
no hay flores hermosas, hay sólo maleza,
por eso la casita sufre un cruel dolor.
Sufriendo la miro y empiezo a llorar
cuando por la sala no te vé reir.
La casita presiente que vas a regresar,
es que ella no sabe... que no vas a venir.
Así ha pasado un día, y otro... y otro más,
y la casita hermosa desea con paciencia
sentir de tí los pasos, tu voz y tu presencia;
desea que regreses y no la dejes jamás.
Extraña tus caricias, también tu dulce voz,
aquella que te oía cuando allá en la puerta
tus oraciones eran una alabanza a Dios.
La casita no sabe... no sabe que estás muerta...!
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Mariano Bequer.
Maracaibo, 26/07/04