Renate Müller
Publicado: Mar Ene 20, 2009 20:21
Las lágrimas de cristal se suicidan,
han sellado un pacto con el diablo
y ahora se lanzan sobre tu piel nacarada,
Renate Müller indómita, salvaje.
Los oficiales de la Gestapo
no pueden huir de los espejos,
tipos afeminados con largos abrigos negros
de piel, necesitan que se les diga:
chicos!! estais muy guapos.
Para poder acercarse a tu desmesura
de senso, jovialidad y belleza fresca.
Pero les tiemblen las piernas
y a sus pistolas de cañón largo se aferran.
Los bailes cesan para admirarte,
Marlene huyó a los Estados Unidos
para enamorarse de Greta Garbo
y así dejar de envidiarte.
Hitler te busca en la costa danesa,
y tú no puedes dejar a tu judía amante,
que te arrastra como una piedra
arrastra al reo, al fondo de las aguas.
Renate Müller, tu destino está escrito
y celosamente guardado
en un cajón de la Sicherheitspolizei,
los ologramas de Göring ya inventan
de que manera te liquidaste.
Empero, los films de propaganda te aguardan,
sus guiones están parados
a la espera de tu plácet,
sueñan con que pasees tus hermosas piernas
entre la podredumbre de sus jardines
de flores negras,
también se halla abierta una residencia,
alejada de lo mundano,
donde si todo sale como en Berlín no esperan,
pases allí unas cortas vacaciones
con desprendimiento brusco
por una ventana del tercer piso,
una caída libre,
un exceso de morfina,
unas manos enguantadas en negro,
unos disparos a tu cabeza...
¿qué va a saber el pueblo que te adora?
nada,
no va a poder acudir ni a tu entierro.
Los violines trazan sus sones de inmensa
pena, lánguida, al compás de las vueltas
que tú das en medio de la sala:
consciente de que no te resta mucho tiempo aquí,
cuando no escapaste de la serpiente encuadrada,
ellos creyeron que serías su aliada,
la joven preciosa aria que, brazo en alto,
saludaba al terror con una sonrisa para envenenar.
Pero Renate Müller, es una mujer para vivir,
para encamarse con su amor y elegir
a éste con absoluta libertad.
No para enlazarse con los tipos de la calavera
y bailar la danza de la muerte
sobre el embaldosado de un salón
llamado Europa.
han sellado un pacto con el diablo
y ahora se lanzan sobre tu piel nacarada,
Renate Müller indómita, salvaje.
Los oficiales de la Gestapo
no pueden huir de los espejos,
tipos afeminados con largos abrigos negros
de piel, necesitan que se les diga:
chicos!! estais muy guapos.
Para poder acercarse a tu desmesura
de senso, jovialidad y belleza fresca.
Pero les tiemblen las piernas
y a sus pistolas de cañón largo se aferran.
Los bailes cesan para admirarte,
Marlene huyó a los Estados Unidos
para enamorarse de Greta Garbo
y así dejar de envidiarte.
Hitler te busca en la costa danesa,
y tú no puedes dejar a tu judía amante,
que te arrastra como una piedra
arrastra al reo, al fondo de las aguas.
Renate Müller, tu destino está escrito
y celosamente guardado
en un cajón de la Sicherheitspolizei,
los ologramas de Göring ya inventan
de que manera te liquidaste.
Empero, los films de propaganda te aguardan,
sus guiones están parados
a la espera de tu plácet,
sueñan con que pasees tus hermosas piernas
entre la podredumbre de sus jardines
de flores negras,
también se halla abierta una residencia,
alejada de lo mundano,
donde si todo sale como en Berlín no esperan,
pases allí unas cortas vacaciones
con desprendimiento brusco
por una ventana del tercer piso,
una caída libre,
un exceso de morfina,
unas manos enguantadas en negro,
unos disparos a tu cabeza...
¿qué va a saber el pueblo que te adora?
nada,
no va a poder acudir ni a tu entierro.
Los violines trazan sus sones de inmensa
pena, lánguida, al compás de las vueltas
que tú das en medio de la sala:
consciente de que no te resta mucho tiempo aquí,
cuando no escapaste de la serpiente encuadrada,
ellos creyeron que serías su aliada,
la joven preciosa aria que, brazo en alto,
saludaba al terror con una sonrisa para envenenar.
Pero Renate Müller, es una mujer para vivir,
para encamarse con su amor y elegir
a éste con absoluta libertad.
No para enlazarse con los tipos de la calavera
y bailar la danza de la muerte
sobre el embaldosado de un salón
llamado Europa.