con este amor de ayer atribulado.
Sea entonces la verdad de nuestras cosas
la nota firme del soñar mundano.
Mujer de un solo ayer, de tantas causas,
me alienta tu candor… crucificado.
Renueva con placer mi estigma incierto,
reducto del soñar cuando nos damos.
Quebremos nuestras copas siempre llenas
y el tramo de ilusión de mi pasado.
Que brote tu presencia ya hechizada
en el templo de tu amor pagano.
Santifica la espiga de tus noches
la gota marginal de mi pecado.
Sea entonces de espinas mi corona
la fuerza plasmada de tus manos.
Teje así mi sudario en un instante
la nota del pesar cuando nos vamos.
De tanto amar estoy tal vez ya muerto
y me inmolo por ti… purificado.