MUERE UN POETA.
Publicado: Vie Jun 12, 2009 07:19
MUERE UN POETA.
Murió un gran poeta,
los versos lloran su partida,
su pluma yace en la mesa abandonada
sobre una poesía principiada e inconclusa.
Cuatro cirios velan el sueño de este célebre,
flores blancas engalanan su cuna de ensueños,
música triste, dolorosos lloriqueos.
hacen más tenebrosa esta fúnebre noche.
Todos quieren algo de él,
dice uno, yo quiero la pluma,
yo sus versos dice otro,
un tercero dice: yo su poesía inconclusa.
Cada uno toma algo para tenerlo en la memoria,
más el último que pide algo, dice,
yo no quiero nada más, que velar su sueño.
Flota en ese velorio, viento frío de soledad,
nadie quiere aceptar la terrible verdad,
que se ha muerto en la tierra para despertar en la gloria
y dejándonos como regalo gravada su historia.
Ya no oiremos su voz, trémula embrujadora,
inquietante como el canto de la nocturna aurora,
seductora al declamar sus versos de amor
y embriagante con sus declamaciones de terror.
No saldrán de sus labios más poemas,
no escribirá mas rimas su puño,
pues se marchó a donde se santifican las almas
y dejó llorando y doliente a su terruño.
Nuestros corazones no serán enternecidos con su voz,
nuestros oídos no se deleitarán ya con sus versos,
ha muerto el poeta entre el llanto de sus admiradores,
el ingrato tiempo opacó su vida llena de resplandores.
En el camposanto valle de los mortales,
airoso y austero se levanta un panteón,
es la nueva morada del gran poeta,
que le servirá en la eternidad para su inspiración.
Autor: Víctor A. Arana.
(VICTOR SANTA ROSA)
Escuintla, Guatemala 1,968.
Murió un gran poeta,
los versos lloran su partida,
su pluma yace en la mesa abandonada
sobre una poesía principiada e inconclusa.
Cuatro cirios velan el sueño de este célebre,
flores blancas engalanan su cuna de ensueños,
música triste, dolorosos lloriqueos.
hacen más tenebrosa esta fúnebre noche.
Todos quieren algo de él,
dice uno, yo quiero la pluma,
yo sus versos dice otro,
un tercero dice: yo su poesía inconclusa.
Cada uno toma algo para tenerlo en la memoria,
más el último que pide algo, dice,
yo no quiero nada más, que velar su sueño.
Flota en ese velorio, viento frío de soledad,
nadie quiere aceptar la terrible verdad,
que se ha muerto en la tierra para despertar en la gloria
y dejándonos como regalo gravada su historia.
Ya no oiremos su voz, trémula embrujadora,
inquietante como el canto de la nocturna aurora,
seductora al declamar sus versos de amor
y embriagante con sus declamaciones de terror.
No saldrán de sus labios más poemas,
no escribirá mas rimas su puño,
pues se marchó a donde se santifican las almas
y dejó llorando y doliente a su terruño.
Nuestros corazones no serán enternecidos con su voz,
nuestros oídos no se deleitarán ya con sus versos,
ha muerto el poeta entre el llanto de sus admiradores,
el ingrato tiempo opacó su vida llena de resplandores.
En el camposanto valle de los mortales,
airoso y austero se levanta un panteón,
es la nueva morada del gran poeta,
que le servirá en la eternidad para su inspiración.
Autor: Víctor A. Arana.
(VICTOR SANTA ROSA)
Escuintla, Guatemala 1,968.