
La casa donde habito
ya no la siento mía .
Ya no siento el calor
de hogar.
Mi casa hoy está
frágil y fría.
La habita el silencio,
no hay risas de niños.
La siento con olor a encierro ,
opaca no tiene el brillo de antaño.
Mi casa ya no es mi casa
dejó de serlo el día que me fui
muy lejos en un invierno.
Al regreso sentí que gran parte
de mi había quedado
en una pequeña casa ,
iluminada en las tardes
del sol radiante de verano,
donde viví intensamente
un gran sueño . . .
Mi casa ya no es mi casa.
Grisel Vidales.