
Mi pelo se agita,
en la tétrica brisa de la desgracia.
El frío asume el papel de dictador,
abarcando cada fibra de mi corazón.
No estoy hecha para este vano mundo:
la crueldad que envuelve cada centímetro,
el odio que inyecta cada gota de sangre,
el dolor, que flota en cada inhalación.
Aunque todo termine,
seguiré escuchando tu voz en el viento,
rozando entre las perezosas hojas;
y mi corazón, seguirá susurrando por lo bajo
tu nombre en cada maldito latido.
No hay ni un solo par de ojos honestos,
ni los tuyos, ni los suyos...
No les basta con tener mi ausencia:
me buscan, buscan mi mirada,
y ante mí, se aman locamente.
Y este mundo sigue siendo una decepción,
hecho como albergue de amor,
y convertido en destrucción, caos, MEDIOCRIDAD.
Mi alma quebrada de agonía,
se ausenta cada tanto para llorar tranquila.
Mis sollozos, mis desgarradoes gritos,
no llegan a los oídos ajenos:
¿Nadie oye el llanto interno
que EXPLOTA en mis ojos, y llega a mi piel?
Los ojos de ambos, los ojos de todos,
me engañan en sus magnitudes.
Sus almas, reflejadas en el brillo,
¡Son una intrínseca mentira!
Y mientras acalora mis penas la parca,
amenazando con adueñarse de aquel amor,
se enfrían mis llantos, mis dolores.
Lloro desconsoladamente bajo la garúa,
que a mis huesos calados, los aturde de nuevo.
Todos los puntos de mi ser, crepitan,
bajo el hielo, punzante, cuyas agujas
desgarran el hastío de mi carne,
arrancada con violencia, por no merecerla...
"¿Y por qué con el alma en pedazos,
me abrazo a tus brazos, si NO me querés?"