y no temas cruzar el negro abismo.
Ese rayo de luz que lo atraviesa,
tan tenue que parece imaginario,
tiene la fuerza del amor gozado.
Mira brillar el sol tras la negrura,
observa allí el vergel que nos aguarda;
olvida estos abrojos
que crecen por doquier en esta orilla
rompiendo el corazón y la existencia.
Huyamos, amor mío,
antes que negra noche nos envuelva
con nieblas fantasmales del pasado,
que anublen la firmeza de este amor,
cercenando ese rayo de esperanza;
huyamos, amor mío...
¡Huyamos!
Félix Gala
(Del poemario "Veinte poemas de amor y una canción esperanzada)