Parecía todo tan fantástico,
Que las flores envidiaban aquella alegría,
Al verse encerradas en rosales,
O bajo la sombra de árboles dormidas.
Pero algo se escondía tras la envoltura
Del alma de aquel príncipe de antaño,
Creado en vano por su víctima creyente,
De un amor derrotado ante el engaño.
Y el tiempo dulce se perdió tras los otoños,
Un cuerpo frágil que se mira ante el espejo,
Se hacen fuertes y no se apiadan de ella
Las heridas que se expanden por su cuerpo.
se empezó a dar cuenta del presente,
le costaba aguantar cada mañana,
el día a día soportando aquella lucha,
y cada noche que él borracho le pegaba.
Nadie sabía por qué estaba cabizbaja,
Siempre ausente ante miradas de ajenos,
Gente corriente ignorantes a la envidia,
La fuerte envidia que ella sentía por ellos.
No pudo más y se deshizo su cuerpo,
Se fue rendida una mañana de sangre,
Tras el reloj que palpitaba en la cocina,
Que fue testigo de lo que hizo aquel cobarde.
