Leer tu propia oscuridad
Publicado: Jue Mar 18, 2010 06:31
sentado al borde de una vieja tarde
ser capaz de abrir las puertas del verso
para que llueva sobre la melancolía
oculta detrás de la última careta,
ser capaz de ver los ojos desnudos
del impostor sin tocar sus ramas desnudas
y esas esperanzas a la sombra
de algún intento banal,
cómo evitar el impulso
por antifaces y falsas sonrisas
si al leer tu propia oscuridad
no quedan rezos en la mar,
llegan así los barcos veleros
cargados de tristezas
para posar sus dudas
en los bares del olvido
y en esos olores a mujer,
que amarga sabe el alba
que se asoma sobre el poema,
que amargo es saber lo perdido,
cronista de las derrotas
y huérfano de las utopías,
un eterno forastero
del aire tan delgado
y de un corazón que retiene
penas como un pozo
como un álbum de lamentos,
se va secando la tarde
y es polvo de vida en la palma
y es un silencio que mitiga
la luz misma de la palabra,
tan negra, tan traidora,
sin que importe el sonido
de alguien que sufre,
sin que importe las suplicas
y ese constante ganar sin victoria,
el plomo defrauda la corazonada
frágil como un castillo de naipes,
la vida es una muerte lenta
donde suma los días,
hipócrita caricia de algún dios
que del trono mira absorto
como esperando un último intento,
una última rendición
y volver así a leer tu propia oscuridad
para sellar los pasadizos
olvidando el último optimismo,
la última sonrisa.
ser capaz de abrir las puertas del verso
para que llueva sobre la melancolía
oculta detrás de la última careta,
ser capaz de ver los ojos desnudos
del impostor sin tocar sus ramas desnudas
y esas esperanzas a la sombra
de algún intento banal,
cómo evitar el impulso
por antifaces y falsas sonrisas
si al leer tu propia oscuridad
no quedan rezos en la mar,
llegan así los barcos veleros
cargados de tristezas
para posar sus dudas
en los bares del olvido
y en esos olores a mujer,
que amarga sabe el alba
que se asoma sobre el poema,
que amargo es saber lo perdido,
cronista de las derrotas
y huérfano de las utopías,
un eterno forastero
del aire tan delgado
y de un corazón que retiene
penas como un pozo
como un álbum de lamentos,
se va secando la tarde
y es polvo de vida en la palma
y es un silencio que mitiga
la luz misma de la palabra,
tan negra, tan traidora,
sin que importe el sonido
de alguien que sufre,
sin que importe las suplicas
y ese constante ganar sin victoria,
el plomo defrauda la corazonada
frágil como un castillo de naipes,
la vida es una muerte lenta
donde suma los días,
hipócrita caricia de algún dios
que del trono mira absorto
como esperando un último intento,
una última rendición
y volver así a leer tu propia oscuridad
para sellar los pasadizos
olvidando el último optimismo,
la última sonrisa.