Desde tus pupilas
Publicado: Dom Mar 02, 2008 15:06
“Desde tus pupilas”
Me pierdo en tus ojos, cual claros de luna,
donde encuentro la paz en siglos perdida,
en el encanto que irradias y sin duda alguna,
me ha hecho pensar que existe la vida.
Me despierta el verbo tu dulce ternura,
que abruma mi ego de dureza absoluta,
la imperceptible presencia de una amargura,
que ya no es la reina de mis noches ocultas.
Me encuentro en las horas musitando tu nombre,
soñando momentos que nunca terminen,
y escuchar tus palabras que de triste pobre,
me devuelven rey de las tardes más lindas.
Y confío en mañanas, olvido pasados,
desde el mismo instante de la dicha de verte,
cuando me hechizaste, aún sin saberlo,
para así encontrarme… y luego perderme.
Porque ya no existe un minuto sin pensarte,
sin hallarte presente a cada paso de mis días,
y ya no es el sol quien mi alma amanece,
es tu recuerdo el albor de mi alegría.
No sé que me depare el destino implacable,
ni si el tiempo será cómplice de mis cuitas amantes,
pero te aseguro que ya soy culpable,
de añorarte a diario sin poder olvidarte.
Guarda este poema que mi corazón te ofrece,
desde lo más profundo de mis ansias sentidas,
amiga que cual rosa en mi jardín floreces,
para borrar las huellas de pretéritas heridas.
Me pierdo en tus ojos, cual claros de luna,
donde encuentro la paz en siglos perdida,
en el encanto que irradias y sin duda alguna,
me ha hecho pensar que existe la vida.
Me despierta el verbo tu dulce ternura,
que abruma mi ego de dureza absoluta,
la imperceptible presencia de una amargura,
que ya no es la reina de mis noches ocultas.
Me encuentro en las horas musitando tu nombre,
soñando momentos que nunca terminen,
y escuchar tus palabras que de triste pobre,
me devuelven rey de las tardes más lindas.
Y confío en mañanas, olvido pasados,
desde el mismo instante de la dicha de verte,
cuando me hechizaste, aún sin saberlo,
para así encontrarme… y luego perderme.
Porque ya no existe un minuto sin pensarte,
sin hallarte presente a cada paso de mis días,
y ya no es el sol quien mi alma amanece,
es tu recuerdo el albor de mi alegría.
No sé que me depare el destino implacable,
ni si el tiempo será cómplice de mis cuitas amantes,
pero te aseguro que ya soy culpable,
de añorarte a diario sin poder olvidarte.
Guarda este poema que mi corazón te ofrece,
desde lo más profundo de mis ansias sentidas,
amiga que cual rosa en mi jardín floreces,
para borrar las huellas de pretéritas heridas.