
Es un romance momentáneo,
mientras crepitan las ramas envueltas en cenizas,
y un búho asoma sus ojazos
por la ventana irrigada de la gota fría.
Presiento unos acordes de los campanarios,
y unas cigüeñas de maternidad, porque siempre nos quedará París.
Suspiros familiares en el vecindario.
Oigo unos petardos, de la muchachada, en c´est muchachada nuit.
Cae, sobre los cultivos montaraces y feraces
la feroz tregua al hambre pueblerino.
Quién se suma a la excursión de los rapaces.
Iremos a por peras y sandías.
Alegría, en sintonía con la mayoría.