Temblores, escalofríos, sudor…
síntomas de un gran dolor,
la tierra cruje, la pena sangro,
al sentir por sus simas
el cruel infarto, que nosotros,
explotamos, maltratamos…,
deliberadamente provocamos .
Ruge su rabia con voz altiva,
en plenas convulsiones nos grita:
si yo muero no habrá vida.
El mar también la llora, nos vierte
con ira sus llantos, su olas rotas
nos imploran: ser seres humanos,
¡salvadla ahora que aún respira!
dejándola por fin, vivir tranquila.
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