surgiste tú, fulgente como rayo
que abate las encinas de la dehesa,
tronzándome la paz y las entrañas.
Caíste sobre mí como tormenta
de nieve en pleno agosto, confundida,
me arropaste con manto de ilusiones,
me regalaste el don de la palabra.
Mas no me previniste los quebrantos,
las dudas, los desvelos, las desdichas,
los agobios, los llantos y la gloria,
a que me has sometido...
... Poesía.