De tierna mirada incomprensible
con su belleza escondida por la nada,
se viste de hermosura el hada,
la soñadora de lo indecible.
Su vida gobernada por la desventura
de esquiva felicidad extraviada,
se esconde en la fiel armadura
de su sonrisa tierna engalanada.
Posee la ideal virtud sosegada
de mezclarse toda en armonía,
de convertir la dicha en elegía
de su alegre alma enamorada.
Luchadora precoz de lo incierto
fue arrebatada su vida de niñez,
para ceñir el probo acento yerto,
de una soñadora hecha mujer.
Aunque su figura se estima ínfima
en la equivocada realidad del hombre,
tiene ímpetu su poderoso nombre,
cuando injusticia en sus ojos no rima.
Y así por la vida lindera el hada
que mujer apresurada fue puesta,
para soñar con la realidad funesta
de la felicidad ida y añorada.
José Xavier Quiroz Z.
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