
unas letras sobre la blanca hoja,
juguetean una con la otra,
impacientes se abren un trecho,
emanan a millón del pensamiento
con desatino resbalan, estaban acorraladas.
Brote movido fuera de mi…
¡Henchida mi pluma!
Muy cerca del alma al descubierto
entre gamuza y terciopelo
yo la siento al rojo vivo,
ha pasado por tantas cosas
que no entiende el tiempo perdido.
El pregón de una voz
entra en mi lumbre,
anuncia una tormenta, una agitación
pero yo prefiero la calma
y mirar la ventisca arropada
desde mi cama y bien acompañada.
Mientras al oído, muy bajito una música
distante aldabada mis sentidos
con sutileza y ternura, te pido
hay mucho que dejar
pero, ese abrazo y amor prometido
no debemos hacerlo esperar.
Yanisbeth
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