como la arena en el desierto,
en mis sueños cuando estoy dormido,
y en mi alma cuando despierto.
¡Oh! Dioses del Olvido.
¿Por qué no la erradicáis de mi mente?
¡Por piedad yo os lo pido!
Pero, ¿por qué mi corazón esto siente?
Qué angustia más inquietante,
que me sume en esta agonía
al no poder ser tu tierno amante.
Sólo la muerte me liberará de ti;
la espero con ansia desesperada,
para conseguir por fin ¡Vivir!