MAGIA
Publicado: Sab Oct 13, 2012 16:29
Enérgico celeste silente de lo Eterno
Hágase del Amor su sagrada Voluntad
Hágase al sacro Sol azul signo inmaculado
Etéreo y dorado Oro en magna vibra inmortal
Amanecer, la venganza del astro de cobre.
El fuego divino de todos los dioses,
En su mirada concentrado hasta la Aurora.
La fuerza de la llama y la corona del poder,
Asesinamos a Legión en el altar, radiantes,
Como la luz que asciende siempre en la mañana.
Y aquí en la genia, Tierra de la vida y del amor, nacemos.
— Así sea.
En las azures puertas de la tarde vasta,
Cual del águila su mirar sobre la dermis de la mar,
Cantan los invisibles cisnes de cristal.
La lámpara de Aladino y el secreto del deseo,
La hilarante vista de Apolo por sobre las auras;
En ardiente estrella que cae de los cielos,
Refulgente, hacia las tenebrosas tierras de Oriente.
Y en anhelo sexto dual de navelina, ¡alma dionisíaca!, crecemos.
— Así sea.
Otoño, ante las impasibles puertas de bronce,
Canta el ruiseñor la melodía de la existencia once.
Rabiosos ojos los del santo padre que baila un tres.
Alrededor de una sacrílega hoguera pulcra, central,
Danzan los fantasmas en todo su potencial.
¡Sanctus Voluntas! ¡Posse Controle! ¡Oh, Liber Caelum!
¡Que el Señor arda en la cruz si no domino al Día!
Y, bajo los truenos de su mirar, rayo sutil, ¡el desarrollar!
— Así sea.
Azulino astral el magnánimo velo del Cosmos, infinito;
Praderas de ensueños glaucos y terribles, ¡fantasía!,
Senderos imposibles y versos inauditos, ¡paradisíaco!;
Intangible parcela del colibrí, impalpable latifundio de los dioses.
Halago persa con perfume a septiembre y mediodía, laurel;
¡Pájaros de la Virtud y la Verdad!, la presa vive un día más.
Lastimado, por otro lado, el dulce y pequeño venado,
Cuatro estrellas del firmamento y la sangre se disipa,
¡Milagro del Olimpo! ¡Merlín o Salomón! ¡Jesús!; ojos abiertos.
Sonrisa Natura inextinguible, inacabable, imperturbable,
Inmortalidad; el suave hálito de una Vida carmesí flotando
A orillas del pulcro pasto. Eternidad; la grácil pluma, destinal,
A quién escribe el ritmo de lo único y la armonía del Absoluto:
Amores y mil amores, el infinito siempre es poco. ¡Amamos!
— Así sea.
Azulado y astrológico océano de lo que existe y que no existe,
Todo es uno: rubí latente de dioses y de humanos.
Espíritu grandioso, límpido miras a través de la ventana;
Auras y aureolas inmortales, no son nuestras las frías tumbas.
Alma viajera, beso perdido, caricia del más allá, ¡grande!,
Consciencia en desconocido idioma, léxico sintáctico y sinóptico,
Pestañas, un millón de toneladas; una pupila despierta.
Gnósticos números lexicales, geometría de lo imperfecto,
Tácitos signos gramaticales y vibraciones de agua,
Sacro glotis de catedral, ¡expresiones inaudibles!...
Turquesa flor sin espinas se yergue desde lo perfecto, ¡arriba!
— Así sea.
Añil, melancólico camposanto eclesiástico, vil.
La paz se cayó del cielo, tiene sus alas rotas, semper.
Índigo mirar desde las islas; lágrima de tiburón.
Tormentas de cadmio se rebelan ante la pasión;
Tempestades divinas se agitan en los mares del Infierno,
Truenan las iras demoníacas que ansían el fresco volar, solas.
La naturaleza nos brinda la Nada y el Todo de los vivires
Y el vivir, ¡siempre!, nos habla el corazón y la consciencia,
¡Siempre!, escuchar y luego oír, entender y luego comprender,
¡Siempre!; las musas nos susurran en la melódica oreja,
Mientras porto una vela en cada dedo de mármol
Y una lámpara en la cabeza cual ahorcado sobre árbol;
¡Qué al alma humana el sol y las estrellas caigan!
— Así sea.
Frente y final, obscuro pasadizo truhán hay que atravesar.
Estamos adentro del sol, en las entrañas de la estrella.
Finalmente cinco cuerpos yacen en el suelo, no hay cementerio
En las estaciones de Mayo o de Noviembre, soy: Diciembre.
Detrás de la flecha de oro se esconde la herida, y bajo ésta,
Oculta entre las tripas, el dolor que esconde su blanca virtud.
Pureza del Cielo y el Infierno, alquimia estelar, ¡Divina Deitas!,
Plexo de la Existencia, chispa eterna del Ser sin mácula,
¡Magus Magh!, ¡Magus Magh!, ¡Magus Magh!, ¡Oh...!
Limpidez eterna de la belleza de la Nada ante el Todo Uno,
Limpidez eterna de la belleza del Todo ante la Nada Una.
¡Homini Capra Immolare Limpidus Caedlom Focus Sancire!
Tras el Abismo haber atravesado, sobre el Dorado latino
Y el Edén oriental, ¡qué se abran las puertas del Cielo
Y el Infierno, con la llave del Vesubio y el Ankh, qué se abran
Todas las puertas de la existencia y el existir, de la VIDA!
¡Abracadabra!
— Así SEA.
¡Oh, Brahma y Ganesha; Vishnú; Rudra; Isha; Sada Shivá; Shambú; y Parama Shivá; os invoco, os
invoco!
¡Oh, Brahma y Ganesha; Vishnú; Rudra; Isha; Sada Shivá; Shambú; y Parama Shivá; os invoco, os
invoco!
¡Oh, Brahma y Ganesha; Vishnú; Rudra; Isha; Sada Shivá; Shambú; y Parama Shivá; os invoco, os
invoco!
Enérgico celeste silente de lo Eterno
Hágase del Amor su sagrada Voluntad
Hágase al sacro Sol azul signo inmaculado
Etéreo y dorado Oro en magna vibra inmortal
Hágase del Amor su sagrada Voluntad
Hágase al sacro Sol azul signo inmaculado
Etéreo y dorado Oro en magna vibra inmortal
Amanecer, la venganza del astro de cobre.
El fuego divino de todos los dioses,
En su mirada concentrado hasta la Aurora.
La fuerza de la llama y la corona del poder,
Asesinamos a Legión en el altar, radiantes,
Como la luz que asciende siempre en la mañana.
Y aquí en la genia, Tierra de la vida y del amor, nacemos.
— Así sea.
En las azures puertas de la tarde vasta,
Cual del águila su mirar sobre la dermis de la mar,
Cantan los invisibles cisnes de cristal.
La lámpara de Aladino y el secreto del deseo,
La hilarante vista de Apolo por sobre las auras;
En ardiente estrella que cae de los cielos,
Refulgente, hacia las tenebrosas tierras de Oriente.
Y en anhelo sexto dual de navelina, ¡alma dionisíaca!, crecemos.
— Así sea.
Otoño, ante las impasibles puertas de bronce,
Canta el ruiseñor la melodía de la existencia once.
Rabiosos ojos los del santo padre que baila un tres.
Alrededor de una sacrílega hoguera pulcra, central,
Danzan los fantasmas en todo su potencial.
¡Sanctus Voluntas! ¡Posse Controle! ¡Oh, Liber Caelum!
¡Que el Señor arda en la cruz si no domino al Día!
Y, bajo los truenos de su mirar, rayo sutil, ¡el desarrollar!
— Así sea.
Azulino astral el magnánimo velo del Cosmos, infinito;
Praderas de ensueños glaucos y terribles, ¡fantasía!,
Senderos imposibles y versos inauditos, ¡paradisíaco!;
Intangible parcela del colibrí, impalpable latifundio de los dioses.
Halago persa con perfume a septiembre y mediodía, laurel;
¡Pájaros de la Virtud y la Verdad!, la presa vive un día más.
Lastimado, por otro lado, el dulce y pequeño venado,
Cuatro estrellas del firmamento y la sangre se disipa,
¡Milagro del Olimpo! ¡Merlín o Salomón! ¡Jesús!; ojos abiertos.
Sonrisa Natura inextinguible, inacabable, imperturbable,
Inmortalidad; el suave hálito de una Vida carmesí flotando
A orillas del pulcro pasto. Eternidad; la grácil pluma, destinal,
A quién escribe el ritmo de lo único y la armonía del Absoluto:
Amores y mil amores, el infinito siempre es poco. ¡Amamos!
— Así sea.
Azulado y astrológico océano de lo que existe y que no existe,
Todo es uno: rubí latente de dioses y de humanos.
Espíritu grandioso, límpido miras a través de la ventana;
Auras y aureolas inmortales, no son nuestras las frías tumbas.
Alma viajera, beso perdido, caricia del más allá, ¡grande!,
Consciencia en desconocido idioma, léxico sintáctico y sinóptico,
Pestañas, un millón de toneladas; una pupila despierta.
Gnósticos números lexicales, geometría de lo imperfecto,
Tácitos signos gramaticales y vibraciones de agua,
Sacro glotis de catedral, ¡expresiones inaudibles!...
Turquesa flor sin espinas se yergue desde lo perfecto, ¡arriba!
— Así sea.
Añil, melancólico camposanto eclesiástico, vil.
La paz se cayó del cielo, tiene sus alas rotas, semper.
Índigo mirar desde las islas; lágrima de tiburón.
Tormentas de cadmio se rebelan ante la pasión;
Tempestades divinas se agitan en los mares del Infierno,
Truenan las iras demoníacas que ansían el fresco volar, solas.
La naturaleza nos brinda la Nada y el Todo de los vivires
Y el vivir, ¡siempre!, nos habla el corazón y la consciencia,
¡Siempre!, escuchar y luego oír, entender y luego comprender,
¡Siempre!; las musas nos susurran en la melódica oreja,
Mientras porto una vela en cada dedo de mármol
Y una lámpara en la cabeza cual ahorcado sobre árbol;
¡Qué al alma humana el sol y las estrellas caigan!
— Así sea.
Frente y final, obscuro pasadizo truhán hay que atravesar.
Estamos adentro del sol, en las entrañas de la estrella.
Finalmente cinco cuerpos yacen en el suelo, no hay cementerio
En las estaciones de Mayo o de Noviembre, soy: Diciembre.
Detrás de la flecha de oro se esconde la herida, y bajo ésta,
Oculta entre las tripas, el dolor que esconde su blanca virtud.
Pureza del Cielo y el Infierno, alquimia estelar, ¡Divina Deitas!,
Plexo de la Existencia, chispa eterna del Ser sin mácula,
¡Magus Magh!, ¡Magus Magh!, ¡Magus Magh!, ¡Oh...!
Limpidez eterna de la belleza de la Nada ante el Todo Uno,
Limpidez eterna de la belleza del Todo ante la Nada Una.
¡Homini Capra Immolare Limpidus Caedlom Focus Sancire!
Tras el Abismo haber atravesado, sobre el Dorado latino
Y el Edén oriental, ¡qué se abran las puertas del Cielo
Y el Infierno, con la llave del Vesubio y el Ankh, qué se abran
Todas las puertas de la existencia y el existir, de la VIDA!
¡Abracadabra!
— Así SEA.
¡Oh, Brahma y Ganesha; Vishnú; Rudra; Isha; Sada Shivá; Shambú; y Parama Shivá; os invoco, os
invoco!
¡Oh, Brahma y Ganesha; Vishnú; Rudra; Isha; Sada Shivá; Shambú; y Parama Shivá; os invoco, os
invoco!
¡Oh, Brahma y Ganesha; Vishnú; Rudra; Isha; Sada Shivá; Shambú; y Parama Shivá; os invoco, os
invoco!
Enérgico celeste silente de lo Eterno
Hágase del Amor su sagrada Voluntad
Hágase al sacro Sol azul signo inmaculado
Etéreo y dorado Oro en magna vibra inmortal