con la presencia de tu ausencia
en tiempos largos, o tiempos cortos....
Ya se aplacó la impaciencia
que viví en otras vidas
desde que ya no te veo
mis ojos de brasas tienen herídas.
Ya dejaron de sangrar por sí mismas
pero las quemaduras quedan
en feas cicatrices curtídas
por el dolor imperecedero
de tantas horas vencídas.
Y en el trasiego de la noche
cuando los silencios gritan,
yo con mi pequeño susurro rezo
para poder seguir viva.
Ana María
31-01-13